El Mundo de la Energía
Sábado 23 Noviembre 2024 12:18:45 AM

Causas que explican la caída en la producción de PDVSA

La producción petrolera de Venezuela podría disminuir 100.000 barriles en 2018 según Víctor Álvarez

Por Víctor Álvarez R / Economista , Premio Nacional de Ciencias Twitter: @victoralvarezr

Todas las semanas por las redes sociales circulan audios de sindicalistas, profesionales y técnicos de PDVSA que denuncian el creciente y acelerado deterioro de la compañía. Informan sobre equipos y trabajadores que están parados. Confirman que no hay suficientes taladros funcionando para incorporar yacimientos con alto potencial de producción. Decenas de pozos se mantienen inactivos porque no terminan de llegar los equipos y suministros especializados. En los comunicados se menciona la falta de equipos y materiales especializados, tales como cabezales de producción, equipos de empaque, grava sintética, etcétera. Otros equipos que escasean son los de levantamiento artificial para el bombeo mecánico. Alertan sobre la  grave escasez de repuestos, lubricantes y otros insumos que se necesitan con urgencia para asegurar un adecuado mantenimiento que evite accidentes y permita que a la industria alcanzar su plena capacidad.

En un contexto hiperinflacionario, los retrasos en los pagos de PDVSA descapitalizan a las contratistas. Muchas ya no quieren participar cuando se les convocan a licitar. Por falta de pago, Halliburton y Schlumberger decidieron reducir sus actividades en Venezuela. En las denuncias se indica que la contracción en las labores de perforación y desarrollo de pozos profundizará las tasas de declive, sobre todo en los campos maduros cuya producción seguirá cayendo. Para finales de 2018 esto podría significar una pérdida adicional de 100.000 barriles diarios. De no revertir esta tendencia, en el año 2021 la producción apenas llegaría a 800.000 barriles por día.

Por si fuera poco, los sindicalistas y trabajadores de Pdvsa denuncian que no hay equipos de protección personal para los trabajadores. Eliminaron el comedor del edificio principal de PDVSA Servicios. No se han renovado los contratos de transporte para llevar a los trabajadores a las áreas operativas, razón por la cual crece el ausentismo que impide operar las plantas y equipos. Los técnicos con experiencia son sustituidos por personal sin pericia operacional en diferentes procesos productivos.

La nómina de ingeniería que está quedando no cuenta con la preparación técnica necesaria, cuestión que repercute en la selección, procedimiento de trabajo y optimización de los yacimientos. Es tan errática la selección que se rehabilitan pozos con potencial de producción de 50 barriles por día, cuando hay pozos con un potencial mayor a 500 barriles por día. En otros casos, hay pozos parados porque no se ha completado el oleoducto y retiran tuberías viejas para instalarla en pozos de mayor producción, pero como tienen avanzada corrosión, se rompen al iniciar la actividad. Los mensajes advierten que si no se revierte esta tendencia, la producción seguirá cayendo y va rumbo al colapso.

La destitución de Eulogio Del Pino y Nelson Martínez, así como el encarcelamiento de casi un centenar de gerentes, ha creado un ambiente de terror en PDVSA, El clima laboral es cada vez más tóxico y el nivel de tensión interna crece.  El personal luce desmotivado, justo cuando más se necesitaba levantar su moral para recuperar la producción. Decenas de gerentes y técnicos calificados han presentado su renuncia y se suman a la diáspora que emigra de Venezuela. La estampida continúa y el caos y la anarquía se han generalizado en todas las filiales de la compañía.

A toda esta problemática interna se suman los problemas externos. A pesar de que PDVSA finalmente logró cumplir con el servicio de la deuda en 2017, las sanciones de los Estados Unidos y la Unión Europea le han cerrado los mercados financieros y se teme que la compañía no pueda honrar los pagos previstos para 2018. Las sanciones impiden a PDVSA colocar nuevas emisiones de deuda para levantar los recursos frescos que necesita. Incluso, la refinanciación de la deuda anterior quedó prohibida. El riesgo reputacional inhibe a los fondos de inversión e instituciones financieras de proporcionar nuevo financiamiento a PDVSA o renegociar la deuda anterior.

Incluso, proveedores internacionales de PDVSA han dejado de suministrar equipos e insumos. Y no se descarta que las sanciones se puedan extender a las importaciones de crudo liviano que se hacen desde los Estados Unidos para mezclarlo con el crudo pesado de la Faja Petrolífera del Orinoco. El impacto combinado de la falta de financiamiento y suministros podrían llevar al colapso la producción de PDVSA.

La falta de mantenimiento no solo ha afectado la producción de los campos petrolíferos. También repercute en las refinerías que se quedan sin suministros. La falta de mantenimiento ha provocado varios accidentes en el complejo de refinación de Paraguaná, que ha visto muy mermada su capacidad. Y esto causa la escasez de combustibles y lubricantes que afecta a distintas regiones del país.

PDVSA está atrapada en un círculo vicioso. La caída de la producción y la pérdida del financiamiento internacional impiden obtener los recursos que necesita para levantar la producción y mantener al día los pagos de su deuda financiera y comercial. Al paso que va, es probable que PDVSA no pueda cumplir con los compromisos de exportación ni pago de su deuda externa e interna. Al caer aún más su producción, Venezuela continuaría perdiendo ingresos. La caída de la producción nacional reduciría la oferta mundial de petróleo pero, aunque esto impulse un alza de los precios por encima de los 60 dólares por barril, Venezuela no resultaría beneficiada al no poder colocar más petróleo en los mercados.

En el afán por sortear la crisis, se apela a la venta de activos de PDVSA y a las reservas de la Faja del Orinoco para respaldar la emisión del Petro. Las consecuencias de este accionar podrían ser la privatización y desnacionalización, hipoteca de reservas, deuda externa encubierta en una criptomoneda, desinversión y descapitalización, deterioro de la infraestructura, accidentes y daños ambientales, caída continua de la producción, pérdida de mercados, fuga de cerebros, exceso de nómina no calificada, hasta llegar al extremo de declarar un cierre técnico de la compañía.

La prolongada caída del producto interno bruto (PIB) y de la producción de PDVSA ha mermado los ingresos del gobierno. El déficit fiscal es cubierto con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo que han desatado una hiperinflación sin precedentes. El gobierno teme que el creciente malestar social -debido a la escasez e hiperinflación- se traduzca en un alto costo político. Argumentando que las sanciones internacionales alteran la paz y tranquilidad nacional, el Consejo Nacional Electoral pudiera suspender las elecciones presidenciales previstas para este año, hasta tanto los Estados Unidos y la Unión Europea levanten las sanciones. 


PUBLICADO: 16 de febrero de 2018
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