Por Alvaro Rios Roca / Ex Ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual Socio de Gas Energy Latín América
Estados Unidos fue, es y seguirá siendo una potencia mundial, fundamentalmente por la continua innovación tecnológica que genera y el pujante marketing que practica para introducir al mercado estos productos y servicios. El teléfono móvil, el automóvil, el internet y miles de otros avances que la humanidad ha adoptado inmediatamente, provienen de este país.
El fracking para producir shale gas y shale/tight oil, es otro quiebre reciente tecnológico en los Estados Unidos para extraer económicamente hidrocarburos de una roca madre impermeable y poco porosa, mediante su fractura con agua a alta presión y perforación horizontal dirigida.
Este quiebre tecnológico le ha cambiado el perfil a la industria de los hidrocarburos en todo el planeta y a la economía norteamericana en particular. Ha contribuido a mejorar en gran medida su déficit comercial, debido a que se encaminaba a importar la totalidad de estos energéticos. Esta innovación, también le da fuerza al presidente Donald Trump para poder decir todo lo que dice y hacer todo lo que hace. La economía y el empleo se han visto tremendamente fortalecidos por los shales.
Los estudios indican que Estados Unidos tiene el 11% del total mundial de los recursos de shale/tight oil y el 46% del total mundial de shale gas. Es el único país que ha logrado producción masiva y económica hasta el momento. La producción de shale gas competitivo comienza a ser realidad allá por el 2001 y el petróleo hacia el 2005 y 2006.
Las importaciones de petróleo (1985) fueron de 5 Millones de barriles por día (MMBbld) y subieron el 2006 a 14 MMBbld (crecimiento anual de 8%), cuando irrumpe el fracking. Sin el fracking, las importaciones se hubieran situado en aproximadamente 19 MMBbld el 2017, pero se redujeron a 10 MMBbld. Este ahorro en importaciones, a un precio real promedio de 75,2 dólares por barril (crudo WTI) resulta en aproximadamente 976.000 millones de dólares o un ahorro promedio anual de 97.600 millones de dólares.
Si a lo anterior añadimos las exportaciones incrementales de petróleo por efecto del fracking, que se han realizado entre 2007 y 2017 (crecimiento anual de 16%), se generaron 376.000 millones de dólares con un promedio anual de 37.700 millones de dólares. El balance positivo del petróleo a favor del déficit comercial por menos importaciones y más exportaciones es de 1.352 millones en el período estudiado.
El mismo análisis es posible para el gas natural a partir de la drástica reducción de importaciones de gas natural a partir de 2007. El crecimiento promedio anual de importaciones de 1986 al 2007 fue de 24% anual. El ahorro por importaciones no realizadas de gas natural en el periodo 2007 a 2017 por lo tanto fue de 115.700 millones de dólares con un promedio anual de ahorros de 11.500 millones de dólares. Todo esto a un precio promedio real de 7 dólares por millón de BTU (marcador NBP).
Nuevas y crecientes exportaciones de gas natural comienzan a despegar lentamente a partir del 2002 a México y Canadá por tubería, y en gran escala, a partir del 2015 por GNL al mundo. El incremento por exportaciones adicionales de gas natural, a un precio promedio real de 5,5 dólares por millón de BTU (promedio marcador NPB en Europa y Henry Hub de Estados Unidos) generó nuevas exportaciones por 89.500 millones de dólares con un promedio anual de 5.500 millones de dólares. La reducción de importaciones y nuevas exportaciones de gas natural suman 205.300 millones de dólares en el periodo estudiado.
En resumen podemos concluir y afirmar que la balanza comercial a favor de Estados Unidos ha sido en total aproximadamente de 1.558 millones de dólares en estos 16 años por el desarrollo del fracking.
Y esto recién empieza. La producción de petróleo y particularmente la de gas natural continúa y continuara incrementándose, robusteciendo aún más la economía, aminorando el déficit fiscal y por supuesto dando más fuerza al presidente Trump.
Cabe resaltar que este básico análisis de la balanza comercial, no toma en cuenta la importante generación de empleo tecnológico y mano de obra que se ha generado, ni los royalties pagados por miles de productores (que han experimentado como romper la roca cada vez más eficientemente) a los propietarios del recurso en el subsuelo, que no son otros que los ciudadanos norteamericanos. Tampoco considera la pujante industria petroquímica se viene concretando y mucho más.
A manera de concluir y comparar y solo a manera de ejemplo, en nuestra región, a Argentina le está siendo casi imposible levantar masiva producción económica de gas natural a partir el súper abundante y prolijo shale gas en Vaca Muerta. Ni que opinar de la debacle de la industria petrolera en Venezuela y también en otros países. Nos invade nostalgia y una sana envidia.
PUBLICADO: 03 de agosto de 2018